domingo, 13 de marzo de 2011

Presentación de la materia

El trabajo es un rol básico y central en la vida para los seres humanos, por la cantidad de tiempo que dedicamos a trabajar, porque permite la satisfacción de necesidades económicas y psicosociales y por su interrelación con otras áreas de la vida (p.c. familia o tiempo libre). Sin embargo, la importancia que el trabajo tiene en la vida, varía de una persona a otra y es un componente central del conjunto de creencias, valores y actitudes que constituyen el significado del trabajo.
A través de la FORMACIÓN PARA LA VIDA Y EL TRABAJO, la educación en valores y la estimulación del trabajo en equipo, se puede sensibilizar y concientizar al alumno del “beneficio” de actuar solidaria y responsablemente. En la infancia y adolescencia se conforma la identidad –por un proceso de adscripción e identificación con los modelos vigentes-  la asignación genérica se constituye en condicionante de la construcción de la identidad y del proyecto de vida.
El trabajo es un don de Dios, un gran bien para el hombre, aunque lleve consigo «el signo de un “bien arduum”, según la terminología de Santo Tomás (...). Y es no sólo un bien útil o para disfrutar, sino un bien digno, es decir, que corresponde a la dignidad del hombre, un bien que expresa esta dignidad y la aumenta». Una vida sin trabajo se corrompe, y en el trabajo el hombre «se hace más hombre», más digno y más noble, si lo lleva acabo como Dios quiere. Trabajando adquirimos una serie de cualidades que nos hacen mejores y nos ayudan a mejorar a los demás. Con el trabajo nos realizamos, desarrollamos nuestra personalidad, nos enriquecemos personal y culturalmente. Además nos da ocasión de establecer vínculos con otras personas, de servir a la sociedad, de hacerla progresar, de contribuir a la mejorar las condiciones de vida de los seres humanos.
El trabajo nos da ocasión de ejercitar una serie de virtudes, aunque esta palabra esté devaluada. Por ejemplo la laboriosidad, el no dejar entrar en nosotros la pereza o la desidia. El deseo por poner en práctica la perfección en la tarea realizada, el huir de dejar las cosas a medias, el quedar bien sin más. La puntualidad para empezar y terminar las tareas cuando debemos. La alegría y el optimismo para trabajar siempre con buena cara sin complejo de víctimas. El dar humanidad a las relaciones laborales evitando las tensiones que se puedan producir. 

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