jueves, 24 de marzo de 2011

El valor del trabajo


El ser humano a diferencia de los demás seres vivos, no está determinado por el medio natural, ni condicionado por sus instintos, sino que es capaz de actuar y modificar el medio natural en el que se desenvuelve su vida, dado que está dotado de inteligencia, creatividad, talento y voluntad, todas ellas facultades humanas. Todas estas potencias puestas al servicio del trabajo le permiten sin dudas, construir y proyectarse a la sociedad, contribuyendo con mejoras sociales, materiales, científicas.
El trabajo concebido como un valor, le posibilita alcanzar sus objetivos, tanto aquellos que implican la satisfacción de las necesidades biológicas, de seguridad, sociales y de estima, como los de realización personal. Para el logro de estos fines, desarrolla actividades y construye así su propia identidad laboral, y referirse a ella, implica hablar de quién es, qué hace y qué sentimientos imprime en lo que realiza cotidianamente. En el mundo moderno el trabajo es un eje principal de la construcción de la identidad, la autoestima y la valoración social de mujeres y varones.
El valor del trabajo humano no se mide por el tipo de actividad de cada uno (carpintero, profesional, campesino...), sino por el hecho de ser persona quien lo ejecuta. Entre todas las criaturas, sólo la persona es capaz de trabajar de manera "programada y racional", en forma "consciente y libre". Con su trabajo humaniza y ennoblece a la naturaleza, modelándola de acuerdo a sus intereses primordiales, en directa relación con su desarrollo y autopromoción integral. Habrá que iniciar por la descripción que de él se tenga, la cual puede ser de una manera positiva o negativa, optimista o pesimista y que resulta ser el reflejo de la valoración que se le da.

Se distinguen distintos tipos de trabajos, los que se cumplen en el hogar (reproductivo) que procuran el desarrollo armónico y feliz de los seres con quienes se convive; los trabajos denominados empleos (productivo) -cuando un individuo presta servicios a personas u organizaciones a cambio de una compensación-; trabajos comunitarios que prodigan al semejante alivio material y/o moral a sus aflicciones; trabajos intelectuales que iluminan las mentes y promueven el avance del conocimiento científico y tecnológico, entre otros tantos.

Todo en la naturaleza es símbolo de trabajo y el ser humano como individuo dotado de razón y voluntad no escapa a esa generalidad, de allí su rol trascendente de educar y educarse para una cultura donde el trabajo se perciba como un valor que le permita no sólo el sustento sino también, un tiempo para el trabajo espiritual, aquel que fortalece la conciencia y serena el alma. 
Hoy más que nunca se impone una reflexión profunda acerca del valor del trabajo y sus implicancias . Es por ello que quienes conducen los destinos de un país deben comprometerse con el cambio que esta realidad impone y asumir decisiones respaldadas en los valores esenciales para la vida, como lo es el trabajo, y todos aquellos otros que permiten dignificarlo y darle trascendencia; ellos apelan a la conducta solidaria, a la justicia, la libertad, la igualdad de oportunidades para todas las personas, sin barreras, ni prejuicios.

Una sociedad sólo se podrá cimentar sólidamente si se construye desde el trabajo concebido con respeto, dignidad y equidad.

sábado, 19 de marzo de 2011

MIRÁ QUÉ INTERESANTE...

 Si entrás a la dirección que pongo más abajo te vas a encontrar con información muy útil e interesante para hacer más fácil tu aprendizaje. Después podrás comentar sobre qué te ha parecido. ¡SUERTE!


http://escuelas.consumer.es/web/es/aprender_a_aprender/tecnica18/

 

Día Internacional de la Mujer Trabajadora - 8 de marzo

  Almudena Morán Prado
Todos los días son 8 de marzo - Mi Casita de Papel
Todos los días son 8 de marzo - Mi Casita de Papel

El 8 de marzo es la fecha reconocida por la Organización de Naciones Unidas (ONU) para celebrar el Día Internacional de la Mujer Trabajadora. Un día en el que se conmemora la lucha de la mujer por su participación, en pie de igualdad con el hombre, en la sociedad y en su desarrollo íntegro como persona.

Los orígenes del Día Internacional de la Mujer

Hay que remontarse a la Revolución Francesa para entender su origen. En esta época las mujeres parisinas (inspiradas en Aristófanes, famoso dramaturgo griego, y en su obra Lisístrata, la cual relata la historia de esta mujer y cómo inició una huelga sexual contra los hombres para poner fin a la guerra), pedían libertad, igualdad y fraternidad, y se fueron hacia Versalles para exigir el sufragio femenino, el cual, no llegaría hasta principios del siglo XX. Pero ya esta fecha supone el inicio de la lucha específica para la mujer y sus derechos.
Más tarde, durante la Segunda Guerra Mundial, mientras los hombres se dejaban la vida en los frentes, eran las mujeres quienes tenían que seguir trabajando para que la sociedad siguiera siendo productiva. De ahí su incorporación al mundo laboral en los países aliados., inicialmente, porque más tarde se trasladaría a todo el mundo.
Finalizada la guerra, los hombres volvieron a sus casas y se encontraron un panorama muy diferente al que dejaron, ya que el modelo de familia había cambiado, al ser tanto el padre como la madre quienes trabajaban fuera de casa y al menos en teoría, ambos tenían que colaborar en las tareas del hogar.

Situación actual de la mujer y sus derechos

Sin embargo, a pesar de que para las empresas era muy beneficioso la incorporación en sus plantillas la mujer, ya que generaban una fuerte competitividad, no lo ha tenido nada fácil el camino, ya que el machismo ha sido uno de los problemas para conseguir la igualdad entre ambos sexos.
De hecho, cabe destacar, que aún en pleno siglo XXI, todavía quedan muchos flecos para poder conseguir esta igualdad entre hombres y mujeres, ya que temas como las diferencias salariales, las trabas a las bajas de maternidad o el desequilibrio en el reparto de las tareas del hogar, sigue afectando a un buen número de mujeres trabajadoras en todo el mundo.
Aparte, el hecho de que todavía se escuche en la televisión casos de mujeres muertas a manos de su pareja, la violencia de género, hace que la situación de igualdad entre los sexos, se vea cada vez más lejos. Desgraciadamente, aún queda mucho camino que recorrer. Y está muy bien que el 8 de marzo se preste especial interés por este tema, pero no hay que olvidar que en realidad todos los días del año y todas las mujeres del mundo, tienen que aportar su granito de arena para unirse en esta lucha.

lunes, 14 de marzo de 2011

El teletrabajo

El teletrabajo es un nuevo sistema de organización del trabajo en que la persona trabajadora desarrolla una parte importante de sus tareas fuera de la empresa y por medios telemáticos.

El teletrabajo constituye un nuevo sistema organizativo del empleo. Puede ser una salida profesional para muchas personas que por el motivo que sea tienen dificultades o no quieren desplazarse a un puesto de trabajo convencional.
Para teletrabajar solo es necesario disponer de un ordenador personal, un módem y una conexión a Internet, aunque en ocasiones lo pone la propia empresa. A partir de aquí las necesidades específicas de cada profesional varían en función de su actividad.
En este documento encontraréis información e ideas para considerar esta forma de empleo como una alternativa válida para incorporaros al mundo laboral.
El teletrabajo es un nuevo sistema de organización del trabajo en que la persona trabajadora desarrolla una parte importante de su trabajo fuera de la empresa y por medios telemáticos.
Las personas teletrabajadoras actúan en casi todos los campos profesionales, pero hay unos en los que el desarrollo informático y el tipo de actividad han facilitado que el teletrabajo se haya desarrollado más que en otras. Estos campos, ordenados de más importantes a menos son:
  • Consultoría y servicios a las empresas
  • Programación y servicios informáticos
  • Consultoría y servicios financieros
  • Marketing
  • Servicios y atención médica
  • Artes gráficas, visuales y multimedia
  • Relaciones públicas y publicidad
  • Contabilidad y auditoria
  • Escritores, guionistas y creadores de contenidos
  • Comerciales y vendedores independientes
El 74% de las profesiones vinculadas a estas ocupaciones están relacionadas con la información y el conocimiento, ya sea en la vertiente del tratamiento de los datos o en la vertiente técnica o de gestión.
Aspectos importantes para la persona trabajadora
  • Horario laboral flexible, adaptable a las necesidades personales, por lo que mejora la conciliación entre la vida laboral y la personal.
  • Más autonomía y control sobre el propio trabajo y el entorno social.
  • Se reducen los desplazamientos, con lo que se ahorra tiempo y dinero y se reduce la fatiga.
  • Pueden seleccionar el lugar de residencia de manera independiente a la ubicación del trabajo.
  • Si tienen alguna discapacidad pueden trabajar en un entorno adaptado a sus necesidades.
  • La globalización, las nuevas tecnologías y las políticas europeas fomentarán esta modalidad de empleo.
  • Hay "empresas virtuales" que integran grupos de personas teletrabajadoras autónomas asociadas para ofrecer servicios de forma cooperativa.
  • Deben tener una gran autodisciplina y motivación hacia el trabajo.
  • Es imprescindible que sean capaces de organizarse con el tiempo.
  • Buen conocimiento de informática, ya que los problemas técnicos que aparecen los deben solucionar cada persona.
  • Deben mostrar una actitud receptiva a las nuevas tecnologías.
  • Deben ser capaces de soportar el aislamiento y separar la vida laboral de la familiar.
  • Comporta una inversión económica: ordenador, módem, conexión a Internet, navegadores, correo electrónico y software.
  • Si son autónomos deben asumir los gastos de la Seguridad Social
Aspectos importantes para la empresa
  • Reducción de costos, tanto de productividad como de infraestructuras.
  • Incremento de la productividad, debido al tiempo que ahorra la persona trabajadora en desplazamientos debido al clima de trabajo que puede tener en su casa.
  • Facilita la contratación de personal, al desaparecer las limitaciones por razón del lugar de residencia del personal. Esto también hace posible que las personas que trabajan en el teletrabajo duren más tiempo en su lugar, dado que se mejora considerablemente el clima laboral y por lo tanto su satisfacción profesional.
  • Hay una mayor dificultad en el control de la evolución del trabajo.
  • Es más difícil la motivación de las personas que trabajan en teletrabajo.
  • Puede quedar menos protegida la confidencialidad de la información.
  • Hay un vacío laboral y fiscal.

TIPOS DE TELETRABAJO

Tipos según el lugar dónde se realiza

  • Teletrabajo desde casa. El domicilio es el principal centro de la persona teletrabajadora, ya sea si actúa por cuenta propia como por cuenta de otro. Una parte del domicilio se destina específicamente a funciones de oficina, con los recursos habituales en una oficina como por ejemplo una mesa de trabajo, teléfono profesional, fax y ordenador, además de acceso a la red de telecomunicaciones.
  • Teletrabajo itinerante. Las personas teletrabajadoras que practican el trabajo itinerante no tienen un puesto de trabajo físico claramente identificado. Equipadas con un teléfono móvil y/o un ordenador portátil, su oficina es allá dónde hay la conexión telefónica adecuada (o cualquier lugar si usan las comunicaciones sin hilos). Su trabajo es independiente del lugar dónde se lleva a cabo.
  • Teletrabajo en oficinas a distancia. Se trata de teletrabajo que se lleva a cabo en una oficina distante del centro de trabajo habitual. Incluye tanto actividades individuales como equipos enteros de trabajo. En estos casos las personas teletrabajadoras suelen tener acceso remoto a los ordenadores de la sede central de la empresa de forma que no hay ninguna diferencia entre trabajar en la empresa o en la oficina a distancia.
  • Pueblo digital o vecindario digital. Se trata de una extensión del término "telecottage" o telecentro rural y está relacionado con estilos de vida y preferencias. Un vecindario digital es una comunidad entera dirigida a estilos de vida y de trabajo del futuro. Toda la población está conectada y cada casa se encuentra totalmente equipada con una red interna conectada a través de banda ancha con la red global.
  • Telecomercio. Se trata esencialmente de hacer negocios por la vía de la red. Utiliza las TIC adelantadas (como Internet) para vender y comprar productos o servicios, para reforzar las relaciones con el cliente y para llegar a mercados físicamente lejanos sin la sobrecarga de presencia física local. Aun cuando el concepto presenta muchas similitudes con el comercio electrónico, este último se refiere más a las transacciones efectivas, como es el hecho de recibir o gestionar un pedido.
    El telecomercio, en cambio, comprende todos los aspectos del ciclo de venta y de la relación comprador-vendedor. Incluye, por ejemplo, el anuncio de nuevos productos y de servicios a potenciales clientes a través de Internet, el hecho de proveer medios para hacer el pedido y posibilitar el pago a través de las redes electrónicas, así como ofrecer apoyo en línea y sobre todo mejorar la relación con el cliente (por la vía de correo electrónico o a través de comunidades electrónicas).
  • Telecooperación, teleactividad. Las actuaciones basadas en la telecooperación o teleactividad representan la aplicación de las TIC en el ámbito individual o de las organizaciones y hacen posible reforzar la relación, la información y la colaboración mutua. El trabajo de equipos virtuales a través de la red es un buen ejemplo.
    Se trata, pues, de la colaboración entre diferentes individuos dispersos para crear una red y cooperar en la consecución de un objetivo común. A medida que esta cooperación sea más habitual y más formal podremos hablar de organizaciones virtuales. La telecooperación o teleactividad comporta nuevas habilidades e introduce cambios en las organizaciones. En concreto, los flujos de información y comunicación que provienen de la organización jerárquica tradicional pierden importancia y las barreras de la comunicación se disuelven más allá de los límites de la organización.

Tipos según el tiempo que se dedica

  • Personas teletrabajadoras marginales. El trabajo principal de la persona es en la oficina de la empresa para la que trabaja, pero de forma irregular o puntual trabaja desde casa; en estas ocasiones se acostumbra a disponer de pocos equipos de oficina en casa.
    También es el caso de la persona que, aparte de dedicarse puntualmente a un trabajo de teletrabajo en su casa, a la vez tiene un trabajo tradicional.
  • Personas teletrabajadoras sustanciales. El teletrabajo se regular y se combina con el trabajo en la empresa. Normalmente la persona trabajadora dispone de más equipos tecnológicos en casa, se mantiene el vínculo con la empresa pero de una forma diferente, se asemeja más a una relación entre cliente y proveedor.
  • Personas teletrabajadoras primarias. La persona se dedica a tiempo completo a trabajar en casa. Es la única forma laboral, como máximo, visita puntualmente la oficina, en el supuesto de que no sea una persona autónoma, por lo tanto dispone de todos los equipos necesarios para trabajar en casa.

Tipos según el estatus de las personas trabajadoras

Dentro de la modalidad de trabajo a domicilio hay dos posibilidades:
  • Personas que trabajan por cuenta propia. Las profesiones liberales teletrabajables son aquellas que principalmente realizan tareas relacionadas con el tratamiento de datos y también aquellas que suponen una labor de estudio y diseño.
  • Personas que trabajan por cuenta ajena. Dentro de este grupo encontramos diferentes situaciones:
    • Personas trabajadoras que dentro de una empresa con jornada de trabajo convencional necesitan, por circunstancias personales, llevar a cabo el trabajo desde su casa.
    • Personas trabajadoras que se incorporan al teletrabajo por la política propia de la empresa que lo ve conveniente.
    • Personas teletrabajadoras móviles o itinerantes; grupo de personas que deben realizar su trabajo con desplazamientos muy frecuentes, para mejorar la prestación de servicios al cliente. Están equipadas con la denominada oficina móvil: teléfono, fax, ordenador portátil... (ejemplo: profesionales que se dedican al mantenimiento, periodistas, políticos, consultores, etc.)

HERRAMIENTAS

Los telecentros son instalaciones con recursos informáticos y técnicos compartidos que ofrecen todo un abanico de servicios destinados al público en general, a personas teletrabajadoras o profesionales autónomos o a las personas teletrabajadoras que trabajan por cuenta de diferentes empresas. Una de las funciones básicas de los telecentros es la captación de su entorno en las tecnologías de la sociedad de la información y el conocimiento.

Bolsas:

  • Bolsa de trabajo 
  • Empresas de teletrabajo
  • Portal para personas teletrabajadoras impulsado por la central de teletrabajo
  • Portal de servicios de ofertas de empleo

domingo, 13 de marzo de 2011

Trabajo Decente

El trabajo decente resume las aspiraciones de la gente durante su vida laboral. Significa contar con oportunidades de un trabajo que sea productivo y que produzca un ingreso digno, seguridad en el lugar de trabajo y protección social para las familias, mejores perspectivas de desarrollo personal e integración a la sociedad, libertad para que la gente exprese sus opiniones, organización y participación en las decisiones que afectan sus vidas, e igualdad de oportunidad y trato para todas las mujeres y hombres. 
 

Promover el trabajo decente para todos

El trabajo decente es esencial para el bienestar de las personas. Además de generar un ingreso, el trabajo facilita el progreso social y económico, y fortalece a las personas, a sus familias y comunidades. Pero todos estos avances dependen de que el trabajo sea trabajo decente, ya que el trabajo decente sintetiza las aspiraciones de los individuos durante su vida laboral.

La OIT ha desarrollado una agenda para la comunidad del trabajo, representada por sus mandantes tripartitos, con el fin de movilizar sus considerables recursos. La OIT ofrece apoyo a través de programas nacionales de trabajo decente desarrollados en colaboración con sus mandantes. La puesta en práctica del Programa de Trabajo Decente se logra a través de la aplicación de los cuatro objetivos estratégicos de la OIT que tienen como objetivo transversal la igualdad de género:

  1. Crear Trabajo – una economía que genere oportunidades de inversión, iniciativa empresarial, desarrollo de calificaciones, puestos de trabajo y modos de vida sostenibles.
  2. Garantizar los derechos de los trabajadores – para lograr el reconocimiento y el respeto de los derechos de los trabajadores. De todos los trabajadores, y en particular de los trabajadores desfavorecidos o pobres que necesitan representación, participación y leyes adecuadas que se cumplan y estén a favor, y no en contra, de sus intereses.
  3.  Extender la protección social – para promover tanto la inclusión social como la productividad al garantizar que mujeres y hombres disfruten de condiciones de trabajo seguras, que les proporcionen tiempo libre y descanso adecuados, que tengan en cuenta los valores familiares y sociales, que contemplen una retribución adecuada en caso de pérdida o reducción de los ingresos, y que permitan el acceso a una asistencia sanitaria apropiada.
  4. Promover el diálogo social  – La participación de organizaciones de trabajadores y de empleadores, sólidas e independientes, es fundamental para elevar la productividad, evitar los conflictos en el trabajo, así como para crear sociedades cohesionadas.

Un concepto de la OIT consensuado a nivel mundial

El concepto de Trabajo Decente fue formulado por los mandantes de la OIT – gobiernos y organizaciones de empleadores y trabajadores – como una manera de identificar las prioridades de la Organización. Se basa en el reconocimiento de que el trabajo es fuente de dignidad personal, estabilidad familiar, paz en la comunidad, democracias que actúan en beneficio de todos, y crecimiento económico, que aumenta las oportunidades de trabajo productivo y el desarrollo de las empresas.
 
El trabajo decente refleja las prioridades de la agenda social, económica y política de países y del sistema internacional. En un período de tiempo relativamente breve, este concepto ha logrado un consenso internacional entre gobiernos, empleadores, trabajadores y la sociedad civil sobre el hecho de que el empleo productivo y el trabajo decente son elementos fundamentales para alcanzar una globalización justa, reducir de la pobreza y obtener desarrollo equitativo, inclusivo y sostenible. 

La OIT: Hacer del Trabajo Decente un objectivo global y una realidad nacional

El objetivo general del trabajo decente es provocar cambios positivos en la vida de las personas a nivel nacional y local. La OIT proporciona ayuda a través de programas nacionales de Trabajo Decente desarrollados en colaboración con los mandantes de la OIT. Las prioridades y objetivos se definen dentro de los marcos de desarrollo nacional con el propósito de superar los principales déficits de trabajo decente a través de programas eficientes que abarquen cada uno de los objetivos estratégicos.

La OIT trabaja con otros interlocutores dentro y fuera de las Naciones Unidas para ofrecer experiencia consolidada e instrumentos políticos clave para el diseño y la aplicación de estos programas. Además, proporciona apoyo para formar las instituciones necesarias para llevarlos a cabo y medir los progresos. El contenido de estos programas difiere de un país a otro, al reflejar sus necesidades, recursos y prioridades.

El progreso requiere de acciones a escala mundial. El programa de Trabajo Decente establece las bases de un marco más justo y sostenible para el desarrollo global. La OIT trabaja para desarrollar políticas económicas y sociales con un enfoque orientado hacia el “trabajo decente” en colaboración con las principales instituciones y actores del sistema multilateral y de la economía mundial.
 
Fuente: http://www.ilo.org/global/about-the-ilo/decent-work-agenda/lang--es/index.htm
 

El trabajo como derecho humano

¿Qué se conmemora el 1º de mayo?

El 1º de mayo se celebra el Día Internacional del Trabajo. En muchos países se realizan grandes desfiles o manifestaciones de organizaciones laborales y de trabajadores independientes, en los que se declaman encendidos discursos cuyo tema principal es la situación laboral de un grupo específico o del país. En algunas naciones la celebración oficial del 1º de mayo sirve como “termómetro” para medir la relación entre las organizaciones laborales y el gobierno, según el poder de convocatoria que tenga el Estado. Pero, ¿sabías que esta conmemoración tiene su origen en un episodio de la historia laboral norteamericana?

Un poco de historia

 En 1884, durante el IV Congreso de la American Federation of Labor, celebrado en Chicago se propuso como objetivo conseguir la reducción de la jornada laboral a 8 horas. Dos años después, en 1886, el Presidente de los Estados Unidos, Johnson, promulgó la llamada Ley Ingersoll, estableciendo las 8 horas de trabajo diarias. Ante el incumplimiento de esta norma por parte de las empresas, las organizaciones laborales y sindicales de Estados Unidos se movilizaron y organizaron una impresionante serie de huelgas desde el 1º de Mayo de aquel año, fecha límite que las organizaciones habían dado para su aplicación.
El episodio más famoso de estos eventos vino un par de días después, en la misma ciudad de Chicago. El 3 de Mayo, dos trabajadores habían sido asesinados por la policía cuando ésta intervino en un enfrentamiento entre un grupo de trabajadores que bloqueaban el acceso de la fábrica a las que no se los dejaba ingresar y quienes iban a ser sus reemplazos no sindicalizados. Este había sido uno de tantos enfrentamientos que se daban en aquellas jornadas de tensión en demanda del cumplimiento de la ley de las ocho horas. Al día siguiente se organizó una marcha para protestar por la muerte de estos trabajadores. La cita fue en un lugar llamado Haymarket (de allí el nombre de La tragedia de Haymarket) a unas ocho cuadras del edificio de gobierno de la ciudad de Chicago (City Hall). Cuando la marcha estaba terminando, se presentaron unos 180 policías fueron a su encuentro y, mientras se les advertía que debían dispersarse, una mano anónima lanzó una bomba contra los policías, causando la muerte instantánea de uno de ellos y de otros seis unos pocos días después por las heridas sufridas.
Apoyado por la opinión pública, el gobierno ordenó la detención de varios dirigentes obreros y políticos. En el juicio que se celebró a continuación, ocho anarquistas fueron considerados culpables de asesinato. Cuatro de ellos fueron ejecutados (ahorcados) el 11 de noviembre de 1887. El día anterior otro de los acusados se había suicidado y otros dos habían conseguido la conmutación de la pena a prisión perpetua. El juicio de Haymarket ha sido considerado por los especialistas como una de las peores injusticias de la historia norteamericana, ya que, a pesar de haber sido festejado por la mayoría de la opinión pública, prevalecieron los prejuicios ideológicos por sobre el análisis de la evidencia, dado que nunca se había probado que la bomba había sido arrojada por ninguno de ellos. Las ejecuciones transformaron a los anarquistas en los "Mártires de Chicago".
En julio de 1889, la Segunda Internacional instituyó el "Día Internacional del Trabajador" para perpetuar la memoria de los hechos de mayo de 1886 en Chicago. Esta reivindicación fue emprendida por obreros norteamericanos e inmediatamente adoptada y promovida por la Asociación Internacional de los Trabajadores, que la convirtió en demanda común del sector obrero de todo el mundo.
En 1954, la Iglesia católica, bajo el mandato de Pío XII, apoyó tácitamente esta jornada proletaria, al declarar ese día como festividad de San José obrero.
En nuestro país el 1º de mayo es feriado nacional por la Ley 21329 de Feriados Nacionales y Días no Laborables.
Entonces, se celebra el Día Internacional de los Trabajadores en todo el mundo, en homenaje a todos los hombres y mujeres que cumplen con una esencial norma de vida, con anónimo esfuerzo, en las distintas actividades, logrando con su labor cotidiana, fortalecer el espíritu, forjar el carácter, y sentirse digno ante la familia y la sociedad en la que se inserta. El "ganarse el sustento" otorga a la vez al individuo, Derechos y Obligaciones.
En la segunda mitad del Siglo XIX, con el rápido avance industrial, creció mucho la masa trabajadora de hombres y mujeres. El gran desarrollo del proletariado originó que se produjera el abuso de los capitales en detrimento de los salarios obreros, lo que produjo enfrentamientos, agitaciones y luchas entre ambos sectores. Los trabajadores  lograron agruparse en sindicatos para defender sus derechos y lograr mejoras en su labor.
Actividad

Responde al siguiente cuestionario:

1.¿Qué objetivo tenía la Ley Ingersoll? ¿Por quién y cuándo fue promulgada?
2.¿Qué sucedió debido a su incumplimiento?
3.¿A qué se denominó La tragedia de Haymarket? ¿Quiénes y porqué la protagonizaron?
4.¿En qué consistió el juicio de Haymarket? ¿Fue justo?
5.¿Cuándo y donde se instituyó el "Día Internacional del Trabajador"? ¿Qué conmemora?
6.¿Cuál fue el apoyo que brindó la Iglesia al movimiento de los trabajadores?
7.Reflexiona: ¿Consideras que fue importante que los trabajadores se unieran para defender sus derechos? ¿Por qué?

EXIGENCIAS DEL MUNDO LABORAL

La preparación de los jóvenes de hoy para enfrentar las exigencias del mundo laboral, se constituye en una de los problemas que genera mayor angustia en los docentes de las instituciones, cuando llega el momento de enviar a los estudiantes a realizar las practicas laborales propias de los últimos semestres, surgen las inquietudes de si el estudiante cuenta con la competencias suficiente no solo a nivel intelectual, sino también a nivel personal, para afrontar un compromiso tan grande como este, donde la institución es la que se verá perjudicada en caso que el estudiante no cumpla con lo esperado en las empresas.
 Existe la necesidad de desarrollar altos niveles de competitividad en el estudiantado, en razón a que las exigencias que se realizan en el campo laboral, no se encuentran limitados a un solo campo de conocimiento, sino también a diferentes ámbitos donde se hace necesario que el estudiantes tenga conocimientos avanzados.
(Ministerio Nacional, Ruiz, 2005) “La educación tiene el desafío de actualizar su enfoque de formación para desarrollar en los estudiantes competencias laborales que incrementen sus probabilidades de éxito en la vida personal y social. Para el sector educativo esto implica ampliar sus perspectivas con información sobre la dinámica y tendencias de su entorno, acercarse al mundo productivo para establecer alianzas, contribuir con una educación pertinente y de buena calidad y ser parte activa y fundamental de la estrategia de competitividad y productividad regional y nacional”.
Las competencias son definidas como el conjunto de capacidades, habilidades y destrezas con las que cuenta un individuo para desempeñar un cargo, se habla de dos tipos de competencias: especificas y generales, la primera hace referencia a las habilidades, y dominios de conocimientos que posee un sujeto que lleva a la consecución de un resultado en un campo específico, por el contrario, las competencias generales son ese conjunto de destrezas que pueden ser aplicadas en cualquier ámbito y se hacen necesarias para que el sujeto pueda ingresar a desempeñar las competencias especificas.
La Ley 30 de 1992, reguladora de la educación superior, define la educación como un proceso permanente que posibilita el desarrollo de las potencialidades del ser humano de una manera integral, que se realiza con posteridad a la educación media y tiene por objeto el pleno desarrollo de los alumnos y su formación  académica profesional.
A partir de esto, podemos notar la importancia de generar una formación integral en los estudiantes, entendiendo como educación integral la formación de las distintas áreas de la personalidad, las cuales tienen entre sí una interrelación que se ven involucradas en todos lo ámbitos del ser humano.
La existencia de esta problemática lleva a reflexionar e intervenir en una situación en la que nos encontramos sobre aviso, y sobre la que tenemos la ventaja de conocer cuales son las exigencias del mundo laboral actualmente, sería absurdo seguir realizando los mismos procesos de formación, cuando se hace necesario reestructurar todo en función del alumno y las exigencias que se nos hacen.
Las exigencias del mundo laboral no están inclinadas hacia ninguno de los tipos de competencia, es necesario un equilibrio entre ambas, en razón a que al ser el hombre un ser integral, existe una especie de engranaje en todas sus áreas, por lo cual es preciso que en el proceso de formación se trabajen todas las áreas por igual sin darle relevancia a una por encima de la otra.
 
 

El trabajo a través de la historia- Por Javier Alvarez Dorronsoro -

  Las siguientes líneas tratan de proyectar una breve visión histórica del trabajo. Esta perspectiva permite, a mi juicio, explicar la génesis del significado del trabajo. El trabajo, tal como hoy lo conocemos, no es un hecho natural; tanto su contenido como el papel que ha jugado en las vidas de los seres humanos no ha sido siempre el mismo, sino que se ha modificado a lo largo de la historia. A partir de esa visión podemos evaluar mejor las pérdidas o los progresos que ha experimentado la institución del trabajo.
    En el mundo antiguo y en las comunidades primitivas no existe un término como el de trabajo con el que hoy englobamos actividades muy diversas, asalariadas y no asalariadas, penosas y satisfactorias, necesarias para ganarse la vida o para cubrir las propias necesidades. En el mundo griego se juzgaba que la cualificación y la distinción entre actividades era algo esencial. Aristóteles distinguía entre actividades libres y serviles y rechazaba estas últimas porque "inutilizaban al cuerpo, al alma y a la inteligencia para el uso o la práctica de la virtud"; comparaba el trabajo "que se hace para otros" al del esclavo y criticaba con energía la actividad crematística que "pone todas las facultades al servicio de producir dinero". Consideraba que la finalidad de la actividad tenía extrema importancia, pero dicho fin no se podía restringir a la utilidad de las actividades. Aristóteles entendía que las actividades son útiles (leer y escribir, por ejemplo, era útil para la administración de la casa; el dibujo para evaluar el trabajo de los artesanos), pero las actividades, a su entender, no debían perseguir siempre la utilidad. "Buscar en todo la utilidad es lo que menos se ajusta a las personas libres y magnánimas". Era también preciso preguntarse, según él, en que modo determinadas actividades contribuyen a la formación del carácter y del alma (Aristóteles, 1988).
     En aquellos tiempos el ocio era mucho más valorado que en la actualidad y más apreciado que cualquier tipo de trabajo. Pensadores y filósofos llamaban a reflexionar sobre la manera de ocupar este tiempo de no trabajo. "En efecto -dice Aristóteles- ambos (trabajo correcto y ocio) son necesarios, pero el ocio es preferible tanto al trabajo como a su fin, hemos de investigar a qué debemos dedicar nuestro ocio… y también deben aprenderse y formar parte de la educación ciertas cosas con vistas a un ocio en la diversión…" (Aristóteles, 1988)
    En Grecia se estableció una diferencia radical entre dos esferas de actividad: la relacionada con el mundo común, y la relativa a la conservación de la vida. La política –no concebida como una profesión de especialistas, como se hace actualmente- era la actividad paradigmática en ese primer mundo, al que tenían acceso todos los ciudadanos libres. La relación entre estos dos mundos podemos representarla, como hace Arendt, mediante la dialéctica entre la libertad y la necesidad. Las actividades del mundo de lo común o de la polis constituirían el ámbito de la libertad, mientras que las tareas dirigidas a la conservación de la vida, que contribuían al desarrollo de la comunidad familiar, conformaban el ámbito de la necesidad. Era preciso que un determinado sector de la sociedad ejerciera estas últimas funciones –predominantemente los esclavos- para que otros sector, el de los hombres libres, pudiera dedicarse a las actividades realmente estimadas (Arendt, 1993).
    En la época medieval el trabajo en general no ganó mayor aprecio. Desde la perspectiva cristiana hay una inclinación a justificar el trabajo, pero no a verlo como algo valioso. Los pensadores cristianos hacían referencia al principio paulino "quien no trabaja no debe comer…", pero entendían que el trabajo era un castigo o, cuando menos un deber. Se justificaba el trabajo por la maldición bíblica y por la necesidad de evitar estar ocioso. Como vemos el ocio comienza a adquirir otra connotación algo distinta a la del mundo antiguo. Sin embargo, la vida monástica dedicada a la contemplación se valora mejor que el trabajo. Para legitimar esta excepción al principio paulino, filósofos como Santo Tomás argumentan que el trabajo es un deber que incumbe a la especie humana, pero no a cada hombre en particular.
   Por otra parte, al trabajo no se le atribuye, a diferencia de lo que ocurre en la actualidad, un papel trascendente en la sociabilidad. Tanto en el mundo antiguo como en la Edad Media se ve al ser humano como un ser sociable por naturaleza. No hay que inventar razones para justificar la agrupación de los individuos en sociedad, como se hará más tarde a través de los modelos contractualistas. Las personas, según esa perspectiva, solo pueden realizarse o completarse como tales, viviendo en sociedad; al margen de ella, llegó a decir Aristóteles, el hombre "o es una bestia, o es un Dios". Su telos es un fin compartido que no puede alcanzarse aisladamente. El trabajo no es el fundamento de la asociación humana. Para los griegos, la actividad asociativa por excelencia era la actividad política.
   Con el pensamiento moderno nace una concepción muy diferente del trabajo. En primer lugar, aparece como una actividad abstracta, indiferenciada. No hay actividades libres y serviles, todo es trabajo y como tal se hace acreedor de la misma valoración, como luego veremos, muy positiva, incluso apologética. En la literatura sobre el desarrollo del capitalismo encontramos dos explicaciones, ambas convincentes, de esta transformación de la actividad diferenciada en trabajo neutro. Según Marx, la mudanza tiene lugar cuando se produce predominantemente para el mercado y el trabajo se convierte en valor de cambio. Según Weber, desde la perspectiva luterana del trabajo se juzgaba que todas las profesiones merecían la misma consideración, independientemente de su modalidad y de sus efectos sociales. Lo decisivo para cada persona era el cumplimiento de sus propios deberes. Esto se ajustaba a la voluntad de Dios y era la manera de agradarle.
    La visión del trabajo como actividad fundamentalmente homogénea, no diferenciada, tenía también consecuencias prácticas: enmascaraba la diferencia entre trabajo penoso y satisfactorio, y entre el trabajo manual y el trabajo intelectual; justificaba la desigualdad como necesidad técnica debida a la división del trabajo; y por último, encubría el hecho de que el trabajo es un elemento discriminador por excelencia debido al diverso estatus de vida que proporciona según el lugar que ocupan los individuos en la producción.
    Sin embargo, esta concepción del trabajo ha venido coexistiendo con una cierta jerarquización (al margen de su consideración moral) basada en criterios económicos, justificados en buena medida por los teóricos de la ciencia económica. Desde esta perspectiva, los niveles más altos de la escala correspondían al trabajo productor de plusvalía, denominado trabajo productivo; al que se intercambiaba por dinero a través del comercio o del salario (frente al trabajo que no reunía estos requisitos como es el trabajo doméstico) y al trabajo identificado con la creación de productos artificiales. Como correlato, se despreciaba el trabajo dedicado a las necesidades vitales y el trabajo que no dejaba huella, monumento o prueba para ser recordado. El trabajo dedicado a las labores naturales como la reproducción o el cuidado carecía de valor.
     En segundo lugar el pensamiento moderno mitificó la idea del trabajo. La literatura de los grandes pensadores de la época contribuyó a esta mutación proporcionando argumentos en favor de su fundamentación. Para John Locke el trabajo era la fuente de propiedad . Según él, Dios ofreció el mundo a los seres humanos y cada hombre era libre de apropiarse de aquello que fuera capaz de transformar con sus manos (John Locke, 1990). Para Adam Smith el trabajo era la fuente de toda riqueza. Las teorías del valor de Adam Smith y de David Ricardo tenían su base en la idea de que el trabajo incorporado al producto constituía la fuente de propiedad y de valor (Myrdal, 1967).
     Una nueva perspectiva teológica del trabajo favoreció también su mitificación. Comenzó a ser visto no como un castigo divino o simplemente como un deber, sino como el mejor medio de realización humana. El trabajo adquirió nuevos significados: a) un sentido cósmico, según el cual el ser humano completaba la obra que Dios le entregó para que la embelleciera y la perfeccionara; b) un sentido personal, por ser el mejor medio para que el individuo, que nace débil y necesitado, encontrara su perfección; c) un sentido social, en la medida en que el trabajo era el factor decisivo en la "creación de sociedad" y la impulsión del progreso (Ruben Sanabria, 1980 ). La ética puritana, en particular, completaba esta idea trascendente del trabajo al considerarlo como un "fin en sí mismo" (lejos de la concepción de Tomas de Aquino que lo entendía como un medio para la conservación personal y social) y como el elemento que da sentido a la vida.
     La exaltación del trabajo en el momento del desarrollo industrial era compartida por muchos sectores sociales. A finales del siglo XIX Paul Lafargue, si bien culpaba a la moral burguesa y cristiana de haber inculcado a la sociedad el "amor al trabajo", reconocía en las clases trabajadoras una "pasión amorosa" por el mismo:
Una pasión invade a las clases obreras de los países en que reina la civilización capitalista; una pasión que en la sociedad moderna tiene por consecuencia las miserias individuales y sociales que desde hace dos siglos torturan a la triste Humanidad. Esa pasión es el amor al trabajo, el furibundo frenesí del trabajo, llevado hasta el agotamiento de las fuerzas vitales del individuo y de su progenitura. En vez de reaccionar contra esa aberración mental, los curas, los economistas y los moralistas han sacrosantificado el trabajo. Hombres ciegos y de limitada inteligencia han querido ser más sabios que su Dios; seres débiles y detestables, han pretendido rehabilitar lo que su Dios ha maldecido (Lafargue, 1973).
     Lafargue pertenece a la tradición socialista pero ésta no mantiene ni mucho menos una posición unánime en la crítica del trabajo. Saint-Simon, por ejemplo, proponía sustituir el principio evangélico de "el hombre debe trabajar" por "el hombre más dichoso es el que trabaja" y afirmaba que "la humanidad gozaría de toda la dicha a la que puede aspirar si no hubiera ociosos". El reformador social Etienne Cabet se disponía a acabar en su Icaria con la pereza e imponer la obligatoriedad del trabajo. El Manifiesto del primer congreso de la Asociación Internacional del Trabajo (AIT) exaltaba el "trabajo grande y noble, fuente de toda riqueza y de toda moralidad" (Pérez de Ledesma, 1979).
     En el propio Karl Marx la consideración sobre el trabajo tampoco presenta unos perfiles muy nítidos. Mantuvo una visión positiva del mismo en cuanto que actividad potencial (fuente de toda productividad y expresión de la misma humanidad del hombre) no como existía en la realidad. Criticó el trabajo en la sociedad capitalista como actividad enajenada ("el trabajador se relaciona con el producto de su trabajo como un objeto extraño") y señaló los efectos perniciosos de la división del trabajo en la Ideología alemana. Consideró que la supresión del trabajo debía ser uno de los objetivos fundamentales del comunismo. De hecho, en la Crítica al Programa del Partido Obrero Alemán, refiriéndose a la fase superior de la sociedad comunista, señaló que "la subordinación esclavizadora de los individuos a la división del trabajo habrá desaparecido y, como consecuencia, la oposición entre el trabajo manual y el trabajo intelectual" (Marx, 1965-68 , en Dumont, 1982).
     Sin embargo, para Marx, el desarrollo de la productividad (ligada a la división del trabajo) era una precondición para la sociedad comunista y, al mismo tiempo, muchos de los males de la sociedad capitalista guardaban relación con la división del trabajo. Esta suerte de paradojas en las que el establecimiento a través de un proceso penoso de unas determinadas condiciones posibilitaba la liberación o emancipación a más largo plazo jugó un papel decisivo en la tradición socialista a la hora de justificar el presente (y más todavía cuando este presente estaba gobernado por la clase trabajadora, como ocurría en los llamados países socialistas). Así, los efectos nocivos y embrutecedores de los procesos que promovían un aumento de productividad eran subestimados o embellecidos porque acercaban objetivamente las condiciones de posibilidad del comunismo.
     El enaltecimiento del trabajo llevó consigo el menosprecio por otro tipo de actividades y una nueva concepción del tiempo. Se juzgaba que el tiempo era valioso desde el momento en el que estaba dedicado a la producción y al trabajo. Ocuparlo con otras actividades era perder el tiempo, "estar ocioso". Desde las primeras décadas del desarrollo industrial dedicar tiempo al ocio fue sinónimo de degradación. Las palabras de Benjamin Franklin "el tiempo es oro" ilustran el espíritu de la época al respecto. Cuando Franklin hace referencia al trabajo dentro del catálogo de virtudes, anota lo siguiente: "Trabajo: no perder el tiempo; estar siempre ocupado en hacer alguna cosa provechosa; evitar las acciones innecesarias".
     E.P. Thompson en su obra Costumbres en común relata como se pasa de la modalidad del trabajo en la que las tareas determinan los ritmos y la dedicación al trabajo regulado por el tiempo. La primera modalidad reúne dos características: a) es más comprensible desde un punto de vista humano; b) establece una distinción menor entre el trabajo y la vida. Las relaciones sociales y el trabajo están entremezcladas -la jornada de trabajo se alarga o contrae de acuerdo con las labores necesarias- y no hay conflicto entre el trabajo y el "pasar el tiempo".
     En la segunda modalidad los empresarios calculan sus expectativas sobre el trabajo contratado en "jornadas (por ejemplo, cuánto cereal podía segar un hombre en una jornada). El patrón dispone del tiempo de su mano de obra y debe evitar que se malgaste. No es el quehacer el que domina sino el valor del tiempo al ser reducido a dinero. El tiempo se convirtió así en moneda: no pasaba sino que se gastaba (Thompson, 1995). No es de extrañar que esta nueva evaluación del tiempo llevara progresivamente a una reducción del número de fiestas del calendario (Naredo, 1997)
      El trabajo se convirtió, por otra parte, en el lugar privilegiado de creación de solidaridad de las clases trabajadoras, pero al mismo tiempo otros factores de sociabilidad fueron desestimados (los lazos comunitarios, las identidades colectivas no basadas en el trabajo, etc.). El pensamiento moderno inventó al individuo y a partir de esta creación se vio en la necesidad de explicar la construcción de la sociedad. Lo hizo mediante los modelos contractualistas de Locke, de Hobbes o de Rouseau, pero también a través del artificio smithiano conforme al cual la división del trabajo y el comercio juegan un papel fundamental en la formación y estructuración de la sociedad.
     Los rasgos del trabajo hasta aquí descritos están de alguna manera presentes en nuestras actuales concepciones. Algunos de ellos, como la noción del ocio, han sufrido recientemente modificaciones pero no tanto como para alterar la idea de la superioridad del tiempo entregado al trabajo sobre el dedicado a otro tipo de actividades. La constatación de esta realidad llevó al historiador E.P. Thompson a la siguiente reflexión: "Si conservamos una valoración puritana del tiempo, una valoración de mercancía, entonces (el ocio) se convertirá en un problema consistente en cómo hacer de él un tiempo útil o cómo explotarlo para las industrias del ocio. Pero si la idea de finalidad en el uso del tiempo se hace menos compulsiva, los hombres tendrán que reaprender algunas de las artes de vivir perdidas con la revolución industrial" (Arendt, 1993).
     La era moderna incorporó a la consideración del trabajo aspectos muy pocos positivos, sin embargo en el curso de la misma el trabajo alcanzó una trascendencia en la conformación de la sociedad como nunca tuvo en épocas anteriores. La crisis económica actual, sin embargo, exige la puesta en cuestión de una buena parte de las ideas heredadas sobre el trabajo, aunque ello no resulta nada fácil. La pensadora alemana Hanna Arendt, anticipándose en algunas décadas a la situación actual de desempleo expresaba así su escepticismo: "La Edad Moderna trajo consigo la glorificación teórica del trabajo, cuya consecuencia ha sido la transformación de toda la sociedad en una sociedad de trabajo. Por lo tanto, la realización del deseo, al igual que sucede en los cuentos de hadas, llega un momento en que sólo puede ser contraproducente, puesto que se trata de una sociedad de trabajadores que está a punto de ser liberada de las trabas del trabajo y dicha sociedad desconoce esas otras actividades más elevadas y significativas por cuya causa merecería ganarse la libertad".



- Referencias bibliográficas -

ARENDT, H. La condición humana. Editorial Paidós, Barcelona, 1993.
ARISTOTELES. Política. Editorial Gredos, Madrid, 1988.
DUMONT, L. Homo aequalis. Editorial Taurus. Madrid, 1982.
LAFARGUE, P. El derecho a la pereza. Editorial Fundamentos, Madrid, 1973.
LOCKE, J.Segundo tratado del Gobierno Civil. Alianza Editorial, Madrid, 1990.
MYRDAL, G. El elemento político en el desarrollo de la teoría económica. Editorial Gredos, Madrid, 1967.
NAREDO, M. Configuración y crisis del mito del trabajo. ¿Qué crisis? Ritos y transformaciones del sociedad del trabajo. Editorial Gakoa, Donosti, 1997.
PEREZ DE LEDESMA, M. Revista Transición, Nº 10-11, julio, agosto de 1979, Madrid.
RUBEN SANABRIA. Etica. Editorial Porrúa, S.A. México, 1980.
THOMPSON, E.P. Costumbres en común. Editorial Grijalbo, 1995, Barcelona.

¿Por qué trabajamos?

Los deseos son simples sueños mientras no intentemos algo para realizarlos. Incluso, cualquier decisión tomada no tiene ningún efecto hasta que hacemos que las cosas sucedan. Si tú tienes claro lo que quieres, lo que sigue es actuar para alcanzarlo.
La capacidad de acometer, de trabajar con ahínco, proporciona frutos siempre. Los aciertos del trabajo te producen satisfacción de logro y recompensa, y los errores te proporcionan aprendizaje y reto. Los logros fortalecen tu confianza y el aprendizaje enriquece tu mente con la experiencia y te impulsa a buscar mejores formas de trabajar.
Tu capacidad para acometer tus responsabilidades supone que tienes motivos poderosos para resolver cualquier problema que se te interponga; entre estos motivos están que ames lo que hagas, que ames a quien sirvas, que ames aprender y, sobre todo, que te ames a ti mismo.


  • El trabajo es la fuente inagotable que produce riqueza material y espiritual para nosotros y para los demás.

  • El auténtico poder no destruye, demuestra su grandeza solamente al construir.

  • Inicia todos los días con la expectativa de que todo va a resultar un éxito, no con la esperanza sino con la certeza de que sí­ lo vas a lograr. No esperes a que las cosas sucedan; haz que sucedan.

  • Descubre tu poder de realización, adquiere la fuerza vital para alcanzar lo que deseas, ejercita y mantén tu cuerpo para que tus músculos y tu mente estén en forma.

  • Todo lo que saquemos del alma nos sanará y lo que guardemos nos destruirá. Una sana vida afectiva es vital para una persona efectiva. Atrévete a comunicar tus sentimientos positivos, es una deuda de honor contigo mismo.

  • Hazte a ti mismo. El león no puede hacerse más león, las piedras no pueden hacerse más piedras. Sin embargo, el ser humano sí­ tiene la cualidad de poderse hacer más humano a través de la educación.

  • Presentación de la materia

    El trabajo es un rol básico y central en la vida para los seres humanos, por la cantidad de tiempo que dedicamos a trabajar, porque permite la satisfacción de necesidades económicas y psicosociales y por su interrelación con otras áreas de la vida (p.c. familia o tiempo libre). Sin embargo, la importancia que el trabajo tiene en la vida, varía de una persona a otra y es un componente central del conjunto de creencias, valores y actitudes que constituyen el significado del trabajo.
    A través de la FORMACIÓN PARA LA VIDA Y EL TRABAJO, la educación en valores y la estimulación del trabajo en equipo, se puede sensibilizar y concientizar al alumno del “beneficio” de actuar solidaria y responsablemente. En la infancia y adolescencia se conforma la identidad –por un proceso de adscripción e identificación con los modelos vigentes-  la asignación genérica se constituye en condicionante de la construcción de la identidad y del proyecto de vida.
    El trabajo es un don de Dios, un gran bien para el hombre, aunque lleve consigo «el signo de un “bien arduum”, según la terminología de Santo Tomás (...). Y es no sólo un bien útil o para disfrutar, sino un bien digno, es decir, que corresponde a la dignidad del hombre, un bien que expresa esta dignidad y la aumenta». Una vida sin trabajo se corrompe, y en el trabajo el hombre «se hace más hombre», más digno y más noble, si lo lleva acabo como Dios quiere. Trabajando adquirimos una serie de cualidades que nos hacen mejores y nos ayudan a mejorar a los demás. Con el trabajo nos realizamos, desarrollamos nuestra personalidad, nos enriquecemos personal y culturalmente. Además nos da ocasión de establecer vínculos con otras personas, de servir a la sociedad, de hacerla progresar, de contribuir a la mejorar las condiciones de vida de los seres humanos.
    El trabajo nos da ocasión de ejercitar una serie de virtudes, aunque esta palabra esté devaluada. Por ejemplo la laboriosidad, el no dejar entrar en nosotros la pereza o la desidia. El deseo por poner en práctica la perfección en la tarea realizada, el huir de dejar las cosas a medias, el quedar bien sin más. La puntualidad para empezar y terminar las tareas cuando debemos. La alegría y el optimismo para trabajar siempre con buena cara sin complejo de víctimas. El dar humanidad a las relaciones laborales evitando las tensiones que se puedan producir.